miércoles, 2 de mayo de 2012

La búsqueda de competitividad argentina en el sector turístico internacional



La crisis económica que azota a gran parte del mundo globalizado, profundizada en las políticas de ajuste consecuentes a los intereses privados, genera un marco de incertidumbre en la mayoría de los referentes turísticos tradicionales.
En chino la palabra crisis se compone de dos ideogramas; uno asociado al peligro, y el otro que puede traducirse como chance u oportunidad. Por que no tomar esto como disparador al análisis del caso argentino, un país que ha renacido de una situación traumática en base a inclusión, desarrollo y la necesidad de reformular los paradigmas de las crueles recetas económicas que aún hoy mucho se niegan a abandonar.
El turismo como sector preponderante en la composición del PBI nacional, permite compararse a nivel macro con el resto de los países y ser analizado en concordancia con los diferentes sectores que atraviesan sus servicios. La multisectorialidad característica de la actividad turística, sus altos costos de inversión y su incapacidad de almacenamiento en la mayoría de su oferta de servicios exigen un trabajo que le de atributos de índole social, que reformule políticas que supieron ser solo financieras; y en momentos de turbulencia son las primeras en caer.
Argentina cuenta hoy con pilares sólidos en pos de un de desarrollo turístico con sus planes de turismo social, sus políticas comunicacionales y fundamentalmente su Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable 2020. El PFETS 2020 es un ícono representativo del momento que atraviesa el país desde su gestión nacional, con objetivos a largo plazo y una planificación que excede cualquier mandato ejecutivo. Es, ante todo, un conjunto de decisiones e iniciativas de índole inclusiva que permitan hacer del turismo una herramienta para todos los habitantes de un país, cada uno en su rol, desde empresarios a ciudadanos, beneficiados por la actividad.
Hoy, el sector turístico en Argentina parece ser paradójicamente exponente de las recetas comerciales que permiten a nuestro país definirse como ejemplo de buenas políticas ante la crisis internacional. La tarea de los actores debe verse abocada a profundizar el mercado interno, apostando a mejorar la competitividad de los destinos nacionales y los servicios de apoyo que permitan la correcta práctica del turismo primordialmente dentro del territorio nacional. Fortalecer la industria nacional no es tarea única del turismo, pero si una máxima en la toma de decisiones coherentes, responsables y por sobre todo en pos de la sociedad que cuenta con el derecho de  verse beneficiada por la explotación de sus propios recursos.
En conclusión, y en concordancia con las estadísticas globales, pensar hoy en políticas turísticas en el corto plazo implica potenciar el comercio nacional mediante el fortalecimiento del mercado interno, profundizando los canales de distribución convencionales en búsqueda de un posicionamiento local, nacional y regional de destinos y atractivos propios. El largo plazo, desde mi lugar de opinión, tiene otras perspectivas y reglas de juego, que ante un inminente endurecimiento de las estructuras internas de turismo y las atinadas políticas y decisiones que se ejecutan desde el ejecutivo nacional nos veremos claramente en una posición ventajosa ante gran parte de la comunidad internacional.

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